Los primeros 15 días del mes del cursante enero han sido lapso de tiempo suficientes como para convencer, si aún faltaba alguien por ser convencido, sobre la necesidad de imponer en firme un alto a la violencia y la delincuencia en las calles, caminos, carreteras, hogares, y lugares públicos de la República Dominicana.
Se registran ya varios asesinatos a malsalva por cuestiones de tránsito, asaltos y atracos en que resultan fallecidas personas inocente, e incluso embarazadas, todo para robar un celular.
Se verifican brotes de violencia letal contra mujeres por parte de maridos que siguen sin entender que ellas tienen derecho a vivir en paz y sin la ignominia de permanecer junto a hombres violentos e intolerantes. De acuerdo con el número de mujeres muertas en estas dos semanas, cinco en total, el nivel de victimas de feminicidios podrá pasar de 200 a diciembre de 2016, una verdadera epidemia criminal producto de la intolerancia masculina. Entre las víctimas de esta orgia, llama la atención el asesinato a tiros de una sargento de la policía, a manos de un miembro de la Armada, que la tiroteó en el tribunal de paz a donde fue citado por retener el hijo de ambos.
Se reportan abusos de la fuerza policial contra ciudadanos, a los que se ha captado en videos siendo agredidos una vez detenidos, en casos verificados en Santo Domingo y Cabarete, Puerto Plata.
La comunidad nacional, población civil y las autoridades policiales y de Ministerio Publico, no pueden permanecer indiferentes ante esta escalada de violencia que nos avergüenza.
¿Cómo decirlo que se entienda y haga proceder en consecuencia? : Hay que detener la violencia y la delincuencia, pero ahora. Ya mismo. El país merece vivir en paz.
Por José Rafael Sosa