Encuentro Nacional Cubana rechaza la palabra «unidad»; juntarse es la palabra de orden

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Por Faisel Iglesias.

Los cubanos de los dos aleros del Estrecho de la Frorida, reunidos en el II Encuentro Nacional Cubano, en San Juan, Puerto Rico, rechazaron la palabra «unidad» y proclamaron que la palabra de orden es JUNTARSE.

Juntarse es la palabra de orden.” habia dicho José Martí a los patriotas cubanos cuando los estaba convocando a la guerra de 1895. Juntarse es acercarse, arrimarse, acompañarse de alguien en el andar… Permite en consecuencia la autonomía de cada elemento. Por eso, el Partido Revolucionario Cubano, que fundara para organizar la “guerra necesaria”, estaba constituido por “clubes independientes.

” Sin embargo, históricamente los lideres cubanos, desde Gómez y Maceo hasta Fidel Castro, han interpretado la palabra “juntarse” del Maestro de modo restrictivo, significando solo una de sus acepciones: “unidad”. 

Según la real Academia de la Lengua Española, unidad significa propiedad de todo ser, en virtud de la cual no se puede dividirse. Singularidad en número.  Conformidad en la que solo hay un asunto. Lazo de unión en todo lo que ocurre. 

En consecuencia el “juntarse” de José Martí, no es la “unidad” que procuran y que tan bien le ha convenido a los sucesivos dictadores de la Perla de las Antillas.  La unidad que han procurado los revolucionarios cubanos no nos ha permitido alcanzar el proyecto libertario de José Martí. Significativamente los Padres Fundadores de la Constitución Norteamericana defendieron la diversidad y el derecho de las minorías a ser tratados igual y triunfaron. Martí creyó que la guerra era la paz del futuro. 

Desde el exilio veía la independencia de Cuba como el objetivo inmediato y los sacrificios de la guerra como un proceso de purificación, donde todas las miserias y conceptos equivocados serian sanadas. La unidad política de todos los elementos ignora el peligro de que cuando la “unidad” adquiere forma de gobierno, al presuponer un mando centralizado, obediencia ciega, el sometimiento a la idea única, limita contornos, fija posiciones dogmáticas, no admite discrepancias y, a fin de cuentas, elimina la palabra libertad, el respeto a la diversidad  y a las minorías.

La diversidad, por el contrario jamás define bordes, no completa las ideas, para siempre volver a ellas con nuevos bríos, porque es de pensamiento abierto. El respeto a las minoría significa darle a un elemento el valor del todo, oponerse a la dictadura de la mayoría, porque el bien supremo es la persona humana, su dignidad, su plenitud, no la el poder. 

De ahí el hecho trascendente de que los funcionarios publico en Norteamérica sean considerados meros “servidores públicos”, mientras en los países de la que Martí llamara Nuestra América, se les identifica con el “ejercicio del poder”.

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