Por ia Santos F.
Este Julio, mes que ya agoniza, entre muchas cosas productivas a nivel espiritual, me sirvió también, para contempla más de una vez el rocío de la mañana; disfrutar la neblina y con ella, transportarme a días tranquilos, vividos por tierra cibaeña. Dónde vivir esa experiencia, era una gran cosa. Y aún para mí, sigue siendo, enriquecedora; maravillosa!.
Pero, para disfrutar este extraordinario regalo de la naturaleza, enseñoreado en todo el verdor del Parque Mirador, debes madrugar…, empezar muy temprano. Ese espectáculo de aire grisáceo-azulino, que refleja los rayos del sol; apto para adelantados. Confieso que disfruté ese encantador obsequio divino, como lo hacía en mis años de infancia.
Remembranzas y comparaciones danzaban en mi mente. La neblina me habló de seres humanos que duermen, en lo que parece un sueño eterno. El espejismo se desarrolla en el mundo de la invisibilizaciòn, violación, negación o falta de garantía de derechos humanos.
Esa neblina observada mientras acudía a compromisos cotidianos y a rituales propios de la filosofía de vida que profeso, me afirmó que en nuestro amado país, mucha gente duerme un espantoso sueño; donde incluso la negación de la cultura; la etnia; la dominicanidad; los valores morales y la ética, forman parte del ominoso desenlace.
Es un escenario que da ganas de soltar un poco; de ceder, ante las injusticias, el desorden; el reino de los antivalores; la desigualdad social, reflejada en niñas madres; el hambre que padecen nuestros campesinos y residentes en barrios marginados, en la pseudo democracia. Pero no!. Los derechos inherentes, deben ser disfrutados, ejercitados, garantizados por el Estado y demandados por las personas beneficiarias.
Gracias a la divinidad dentro de todo este aquelarre, en que la República Dominicana, además, discute y considera pecaminoso el aborto, dando paso a la violación de los derechos sexuales y reproductivos de sus mujeres; mientras, funcionarios se enriquecen ante nuestras caras, sin el más mínimo halo de vergüenza; tenemos a nuestro Dios, para confortarnos y fiestas como la que nos regala la neblina, para deleitarnos y permitirnos oxigenar la siquis, mientras seguimos trillando el sendero de nuestra Nación hacia la luz.
No vamos por buen camino si nuestra población sigue inmersa en el sueño. Como ciudadana estoy hastiada de acciones que reflejan incultura, antivalores; delincuencia, de padres incestuosos, adultos violadores de derechos de personas menores de edad. Y no basta denunciarlo o piense!, estoy segura que usted idéntica lugares donde hay grandes carencias de salud y educación, servicios básicos. Donde hay inseguridad de todo tipo, hambre; desempleo….lugares donde la gente no tiene ningún abrigo.
Otros, donde las acciones delincuenciales, están disfrazadas de recreación. Nada más falso!. Jóvenes exponen sus vidas o mutilan sus cuerpos cada semana, en las denominadas carreras en motores, tanto en Santo Domingo, como en otras provincias. Quizás por falta de oportunidades o vagancia, pero ¿quién debe frenar esas acciones?, ¿por qué no lo hace?. Y no listaré la Educaciòn doméstica, esa que nos enseñó nuestra madre y padre. La familia de hoy, olvidó que la moral, normas de urbanidad; la ética, se aprende en casa…, por eso tenemos hasta una ley de transparencia. Resulta que el calcumen viene desde la casa.