A cuatro manos…

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Por Orlando Gil

TODO LO CONTRARIO.- Enseña la política que cuando la unidad de un partido necesita de un documento firmado a cuatro manos es porque esa unidad tiene problema. ¿A quiénes quieren convencer Hipólito Mejía, Luis Abinader, Andrés Bautista y Jesus -Chu- Vásquez con su comunicado? A ellos mismos, y a nadie más, puesto que los dirigentes y miembros del PRM no conocen -se supone– situaciones que lleven a pensar en ruptura o fragmentación o nueva división.  A ellos mismos, insisto, pues fue Hipólito Mejía que se juntó con el presidente Danilo Medina en público, sabiendo como sabía que el hecho no pasaría desapercibido y que provocaría comentarios, todos maliciosos o perversos. A ellos mismos, repito, porque no se puede culpar a otros perremeístas de las listas que se inventan o de los nombres que se filtran en relación a la Junta Central Electoral. Seguidores suyos, o de uno o del otro, o de todos. La cotidianidad del partido es un engaño, y el escrito lo confirma. Están diciendo que no, para consumo propio, cuando en la práctica se sabe que sí. Además, hace mucho que ese tipo de papel es moneda devaluada…

AGUA DERRAMADA.- El pronunciamiento era explicable para consumo de los aliados, en caso de que existiera alguna inquietud por los acercamientos oficiosos, y bastaba con la firma de Andrés Bautista y  Jesús – Chu – Vásquez como directivos principales. Pero no. Al incluirse entre los firmantes a Hipólito Mejía y a Luis Abinader se rebosó el vaso, se botó el agua y no hay dudas de que al partido le tiembla el pulso y que existen problemas internos, y que esos problemas internos se deben a Mejía y a Abinader. Si se hablara de institucionalidad, habría que preguntar en qué condición firmaron Mejía y Abinader. ¿De expresidente de la República y excandidato a la jefatura del Estado? No puede ser de líderes, pues entonces los líderes serían cuatro y no dos, y en caso de serlo, dos o tres serían inorgánicos. Incluso pudo haberse incluido al Presidente en funciones, ya que en un partido de organización tan diluida, no están claros los rangos y menos las categorías. El mando no está en sus órganos ni en sus estructuras, sino en situaciones difíciles de asimilar en circunstancia como la presente. Ninguno puede llamar a los otros al  ordenÖ

OTRA CUESTIÓN.- Si el documento no fuera para ellos mismos, habría que considerar otra cuestión, igual de mala. Les importa más el qué dirán los aliados o la opinión pública en general que actuar de manera coherente. En el PRM, cuando no se suscita un enigma, se produce una contradicción. Lo de las altas cortes es para volverse locos. ¿Cómo se explica que si demandan una Junta Central Electoral con determinadas condiciones, y la selección la hará el Senado de la República, el PRM retire a su representante de la comisión encargada de depurar a los aspirantes? El PLD no solo se servirá con la cuchara grande, es que no habrá más cuchara. Pero bueno, así van las cosas. Ahora, si no se quiso participación en esa comisión ¿cómo se justifica el afán para que le reconozca estatus de segunda mayoría y derecho a formar parte del Consejo Nacional de la Magistratura, que deberá escoger jueces de instancias diversas,  entre ellas el Tribunal Superior Electoral?…

NO HAY BOBOS.- El trance que se produce en el PRM es más shakesperiano que la cuestión del ser o no ser. ¿Sigue adentro o se queda fuera? Deja de lado la comisión especial para jueces de la Junta Central Electoral, que es lo primero y responde a un reclamo suyo, y busca un puesto en la Comisión Nacional de la Magistratura, cuya tarea no se sabe cuándo se llevará a cabo. Incluirlo fue un reconocimiento a su condición de segunda fuerza política, y no tuvo que pedirlo, la sensatez se impuso y se le cedió el espacio. Lo del CNM tiene que pelearlo, y si el PLD quiere lo fastidia, como lo está fastidiando con interpretaciones alevosas. Báilala hasta las dos dependiendo de la fiesta. Por ejemplo, el PRM no retira los diputados que lo representan en la comisión que seleccionará la Cámara de Cuentas. Como tampoco castiga a los dirigentes que desafiaron la línea de no participar en el escrutinio para formar la Junta Central Electoral. La disciplina al carajo dijeron los aspirantes, y su rebeldía se explica en el apoyo que tienen de los líderes. De ahí el engaño del documento. Como diría un cubano: Ya no hay bobo, mi hermano…

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