Por Awilda Gómez
¿Por qué a algunas personas les cuesta tanto reconocer los logros y el trabajo de otros?
Se precisa de humildad y valentía, dejando atrás “ego y orgullo”, para reconocer los logros de los demás. Es de sabios reconocer cuando alguien hace un buen trabajo o ha logrado algo con sacrificio, empeñó y dedicación.
Las personas que se niegan a reconocer el éxito de los demás producen rechazo y malestar ante la sociedad, esa misma que aplaude y a la vez señala. El reconocimiento al buen desempeño de otros es una habilidad social escasa que muy pocos conocen. Es un acto de humildad y generosidad íntimamente ligado a una elevada estimación como ser humano.
¿Por qué no buscar y señalar lo bueno de nuestros semejantes? ¿Por qué enfocarse siempre en lo malo, en el pasado, un pasado de amarguras que destruye a todo aquel que muestra renuencia al reconocimiento de las buenas acciones de los demás? Cuando logramos reconocer y resaltar las cosas positivas que otros hacen elevamos su autoestima, motivándolos a continuar cosechando frutos y a seguir creciendo.
A diario observamos cómo a muchas personas se les dificulta, y hasta se les hace imposible, felicitar a otros por sus logros obtenidos. Más todavía; en muchas ocasiones llegan a envidiar esos logros. Cuando aprendemos a reconocer lo que los demás han logrado con esfuerzo y dedicación estamos comenzando a hacer un necesario y buen ejercicio para identificar nuestros propios logros y de qué somos capaces.
Ahora bien, las felicitaciones hacia el otro deben ser verdaderas; debe sentirse una genuina admiración y un gran respeto por lo que los otros hacen o han logrado. No es honesto expresar reconocimiento alguno si el sentimiento no es auténtico; aprendamos, de manera humilde, sencilla y honesta, a reconocer los logros y cualidades de los demás. Es una virtud muy escasa pero no difícil si se dejan atrás el ego, la envidia y la mezquindad.
La autora reside en Puerto Rico, es periodista, locutora y directora del digital Prensa Latina.net