Por Juan M.Valdez Frías
La patria le duele a quien la ama, no así a quienes se alimentan de ella. Por eso siempre que voy a la República Dominicana regreso consternado, invadido de un amargo temor, Bien podría decir, con esto de ser más honesto, que regreso lleno de una indignación que me corroe los cimientos más profundos del alma. Tratando de entender mi actitud me reviso, y hasta me pregunto, si es que no soy tan patriota como me siento ser, para enajenar la realidad que veo y cambiarla por un toque de fantasía que me brinde un poco de conformismo o vagas esperanzas.
A veces llego a pensar que pueda ser un asunto de una mala percepción mía, producto por la impregnada desconfianza que tengo en los políticos del patio, o que no vea como un gran atractivo el rendimiento cambiario que le permite al que viaja alcanzar otros niveles de consumo, o es que llego al país sin el aturdimiento que provocan los tragos, cosas estas, que ligada al bullicio, al confluir de los motores y el gentío en busca de la sobrevivencia, muchas veces nos permite ver un mejorado estado irreal de las cosas.
Tengo que reconocer las intenciones del presidente Danilo por mejorar y desarrollar el país, Por los importantes acuerdos económicos que se han establecidos y otros por establecerse, el crecimiento económico es palpable, y visibles son las inversiones extranjeras. Pero a pesar de todo este esfuerzo del gobierno, el mal de la corrupción, aunque se ha atacado, pero muy por encimita y el descarado proteccionismo político sigue siendo latente, como si fuera una costumbre innata de quieres trabajan en el sector público.
Con mayor preocupación e incertidumbre pienso en el futuro del país, lo que afianzaré en tres puntos, que a mi juicio son los que acarrean la grave situación que vive el país. Siendo el orden ascendente el de mayor importancia, El ASPECTO ECONOMICO es el que me afianza menos preocupación. En ese renglón de la sociedad tenemos la capacidad estructural, los recursos naturales y humanos para sobrellevar al país a puerto seguro. El ASPECTO POLITICO: la estabilidad política está garantizada, de eso no hay ni debe haber dudas, pero es altamente peligroso el secuestro de las instituciones de poder por el asunto partidista; mayor aún cuando nos amparamos o recurrimos a interpretar La Constitución del país solo cuando le convenga a una parte en particular. La manera de hacer política en la República Dominicana tiene que cambiar. Tienen que despolitizarse las instituciones del país. El sector partidista no puede estar por encima de las leyes, en otras palabras, necesitamos agencias fiscalizadoras que tengan la autonomía necesaria para enjuiciar a quienes violen las leyes, y cuyo compromiso final sea con el país. Pero el ASPECTO SOCIAL, tercer y último renglón, es el de mayor preocupación que me merece, porque se trata de los hombres y mujeres que conformarán el futuro del país. El devenir de una generación cuyo mayor atractivo es vivir sin compromiso, acarrear la vida fácil y el mundo delirante de las drogas.
Es lamentable ver, que por humilde que sea el sector, en una misma calle se pueden encontrar dos o tres cuchitril de bebidas e igual número de banca de apuesta, pero ningún centro de recreación para nuestros niños y jóvenes. Este es el cuadro desalentador que nos deja la mala política. Nuestros jóvenes viven en espera de un futuro incierto, con la terrible percepción de que el gobierno, con su conjunto de funcionarios, actúa sin un chele de vergüenza.