El voto del dominicano en el exterior en su momento más crucial

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Por ROLANDO ROBLES

“Todas las familias felices se parecen entre sí, pero cada una de ellas es infeliz a su manera” León Tolstóy (Ana Karenina).

A lo mejor estoy siendo muy extremista y el parangón deseado no se acopla tanto a la realidad que busco presentarles. Pero creo de verdad que el genio creador de Felicidad Conyugal (1859) y La Guerra y la Paz (1869) entre otras joyas, dio en la diana cuando nos presenta esa dicotomía que él advierte entre familias normales: son felices porque disfrutan algo en común e igualmente infelices, aunque por razones particulares.

Los que leímos a León Tolstóy siendo muchachos, solo buscábamos conectar con el momento histórico post trujillista que vivíamos; nos gustaba porque suponíamos alguna conexión con el mítico mundo del socialismo recién descubierto, junto a la fantasiosa y anárquica prosa de Vargas Vila. Curiosamente, cuando el “romanticismo de vellonera” nos enciende la calentura de la adolescencia, el tiempo nos pilla tratando de entender la ficción realista de los escritores rusos y apenas empezamos la Escuela Normal. Me sentía tan perdido como el hijo de Lindbergh, y tuve que releer luego, más reposado y alerta, a este clásico ilustre que se quedó sin Premio Nobel.

De nuevo, aunque en otro nivel, repetimos la experiencia más tarde, con el llamado Voto en el Exterior. Pensamos que era una conquista patriótica y aunque no todos lo apoyamos, al convertirse en ley tenemos que cumplirla. Porque así son las leyes, no hay que estar de acuerdo con ellas para obedecerlas. Pero años mas tarde, como a Tolstóy, también tenemos que releerlas y ver de qué nos sirven.

Nos tomó unos 30 años para descubrir que no todo es color de rosa en este asunto de la participación en las elecciones de nuestro país. Los eventos del año 2020 probaron que los comicios han sido usados para desfalcar al Estado dominicano y produjeron un escándalo tan grande que hoy día, hay ciertos exfuncionarios que pudieran enfrentar procesos judiciales por violación a las leyes de este país y a las dominicanas también.

Al principio de oírse las quejas del doctor Yomare Polanco sobre la estafa que le hizo su propia gente, muchos pensaron que esto era solamente un asunto de “pataleo”, como se estila en los procesos electorales nuestros. Casi siempre, cree la gente, todo el que pierde argumenta que le hicieron trampas. Y otros apostaron a que el cansancio acabaría por rendirlo. Pues no resultó ni una cosa ni la otra, y todo indica que el asunto será visto próximamente por un juez de distrito en la Corte de Pensilvania.

Con la denuncia pública del doctor Polanco, nos enteramos de que no solo él fue timado por los delincuentes electorales desde la JCE. El Estado mismo fue literalmente “atracado” y unos de $2 millones -se denuncia- fueron dilapidados en esta francachela de organizar las elecciones en el exterior. Pero, nos luce que el Ministerio Público en RD no tiene iniciativa para “mirar” aunque sea, los movimientos electorales en ultramar. Ni tampoco la JCE actual, que parece actuar como cómplice de la anterior.

Yo no soy experto en asuntos legales y no tengo idea de lo que pudiera suceder una vez el honorable Juez examine el caso. Pero si estoy muy claro de que se debe evitar ahondar esta herida, porque nos la infringimos nosotros mismos, dominicanos contra dominicanos y hasta pertenecientes al mismo partido; y todo por lograr un cargo que no hemos demostrado que producirá beneficio alguno para la comunidad dominicana en el exterior.

Mi humilde recomendación a las partes involucradas es que detengan esa campaña de presentar al doctor Polanco como si fuera un resentido buscando notoriedad. Todo el mundo sabe que el proceso llegará hasta las últimas consecuencias -por la tenacidad- que ha demostrado el agraviado y por la insistencia de la JCE en seguir encubriendo a los responsable de este triple crimen contra Yomare Polanco, contra el erario público y contra la voluntad de la comunidad dominicana que depositó su voto confiando en la imparcialidad de las autoridades que administraron las elecciones de 2020.

En estas circunstancias tan cruciales para la supervivencia del voto dominicano en el exterior, resalta la incapacidad de la clase política criolla para enumerar los beneficios que hemos obtenido con este voto a distancia, después de veinte ejerciéndolo. Nadie cuestiona que la estructura partidaria se beneficie en diferentes formas con la práctica ciudadana de “elegir y ser elegido”, pero la gente ordinaria per se, no obtiene bienestar alguno por su devoción al ejercicio democrático de votar.

Pienso que estamos en el momento justo de reevaluar los pros y los contras de lo que con tanto orgullo los partidos proclaman como la mayor “conquista de los residentes del exterior”, aunque no veamos en qué nos ha beneficiado en verdad. Al margen de los resultados de las acciones legales que encamina el doctor Polanco, nosotros debemos estudiar el asunto con el mayor cuidado y replantear soluciones que nos ayuden a salir lo mejor posible del impasse creado.

Para terminar esta primera exposición sobre el tema, debemos recordar a los partidos políticos dominicanos, que ellos serán los más afectados, cual que sean las decisiones dictadas por la Corte Superior de Pensilvania, porque los partidos “nunca han cumplido con las leyes de esta nación, ni en el plano político, ni en el plano organizativo, ni en lo referente a los obligatorios reportes de impuestos al IRS”

Y lo mas sospechoso es que dilapidan mas de dos millones de dólares del Estado y los partidos ni siquiera le han pedido a la JCE una investigación. Y en consecuencia, lucen con su inexplicable silencio, como si fueran cómplices de un delito que posiblemente no cometieron.

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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